El desgaste sordo de las palabras
A veces, las palabras se vacían de significado de tanto pronunciarlas y ya no quieres decirlas, de tan dichas, se vuelven redichas. No tiene que ver con el significado, es por la ubicuidad, su omnipresencia.
La moda afecta al hablar y hay términos que todo el mundo las repite. Tanto que ya no dicen nada, parece que te roban las palabras, otras te deshaces de ellas, como por accidente, disimuladamente, por hartazgo. Con las expresiones, lo mismo, te sientes ajena pronunciándolas. Acabas por arrinconarlas.
De repetirlas llegan a chirríar, parece que se les salgan los goznes y las sílabas friccionen por tanta letanía. Proactiva, sinergia, lo siguiente, reinventarse, gentrificación (la palabra es casi más fea que el fenómeno), reporterismo, emprendimiento, patriarcado, en plan… Son algunas de las que se me quedaron huecas. Hay muchas más palabras que se vuelven antipáticas. No serán iguales para todo el mundo, ni siquiera todos los días son las mismas. Algunas acaban de nacer pero con tal explosión de adeptos mueren de éxito en seguida.
Cuando lo tuyo es crear copys, lemas, namings… vives cada vocablo. Te mueves en el equilibrio de decir con cuantas menos sílabas mejor, de impactar en pocos caracteres. Y en estar al día de terminos pero también de huir de frases manidas. De ese driblar salen algunas genialidades, solo a veces, y muchos desvelos por dar con la combinación ganadora. Cuando lo consigues, ahí llegas a tu Zihuatanejo* efímero.
*En alusión a la película Cadena perpetua con Tim Robbins y Morgan Freeman.